(Reuters) Los hutíes, guerreros chiítas que gobernaron con un reino de mil años en el norte de Yemen hasta 1962, están aliados con el ex-presidente Hadi, predecesor de Ali Abdulá Saleh. Los hutíes han apoyado muchas unidades armadas para controlar el norte del país, incluyendo la capital, Sana.
La guerra ha matado a al menos diez mil personas y ha llevado a partes de Yemen, de lejos el país más pobre de la península arábiga, al borde de la hambruna. Ambas partes acusan a la otra de crímenes de guerra.
Los saudíes dicen que los hutíes son marionetas de su enemigo, Irán. Los hutíes dicen que ellos han liderado una revuelta nacional contra un gobierno corrupto, y el país ahora está siendo castigado por las ricas y agresivas monarquías del Golfo Árabe con el apoyo político-militar de los Estados Unidos.
Riad ha negado responsabilidades por el ataque aéreo del sábado.
El Ministro de Asuntos Exteriores de Irán, Javad Zarif, dijo el lunes que Arabia Saudí debería rendir cuentas por sus crímenes de guerra en Yemen.
“No solo Arabia Saudí, sino también aquellos que han apoyado la agresión liderada por la coalición de Arabia Saudí contra el pueblo yemení debería rendir cuentas por crímenes de guerra perpetrados en Yemen en el último año y medio”, dijo Zarif en una carta enviada al Secretario General de la ONU Ban Ki-Moon.
Zarif también pidió a Ban el permiso para enviar aviones de ayuda humanitaria desde Irán hasta la capital de Yemen, Sana.
Arabia Saudí y sus aliados del Golfo han lanzado cientos miles de ataques aéreos contra los hutíes y han impuesto un bloqueo naval que ha restringido el acceso a los productos del exterior en un país que depende de la compra de alimentos del exterior.
Este mes los hutíes lanzaron un misil a un barco de los Emiratos Árabes Unidos y a las posiciones gubernamentales en una estratégica isla a 20 kilómetros del estrecho de Bab al-Mandab, que controla la abertura del Mar Rojo, en la principal ruta del Océano Índico a Europa a través del Canal de Suez.
Entre los muertos en el bombardeo al funeral el domingo se encontraban multitud de personas con distintas visiones políticas divididas, después de ese ataque se están creando acuerdos para que los hutíes aumenten la presencia de sus poderosas tribus armadas en la capital, dado que comparten una causa común.
“A pesar de todas las masacres que han ocurrido en esta guerra, atacar un funeral es un hecho sin precedentes y cruza una línea roja en la cultura yemení”, dijo Farea al-Muslimi, un analista del Centro de Estudios Estratégicos de Sana.
“Los ataques aéreos han matado a gente poderosa, y las tribus y familias de los caídos se acercan a los hutíes ya que ellos toman represalias”.
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